
Muchos intelectuales contemporáneos han perdido la confianza en el vocabulario y discurso tradicionales. En forma desesperada y aislada, cada uno por su cuenta, buscan nuevos términos, métodos y formas de pensar y hablar. Las certezas y las autoridades se derrumban y la desintegración social e intelectual se acentúa. Ya nada es cierto, y cada uno tiene que buscar sus propios valores y fabricar su propia verdad.
La variedad de usos de “posmoderno” llevó a Christopher Borst de la Universidad de Toronto a decir que el término no tiene un significado fijo, o peor, que no tiene ningún significado, y por eso cada cual llena la palabra con el contenido que le quiere poner. Esto da un aire de misterio a este término, y muchos otros términos similares que se ponen de moda. El que se atreve a usarlos da la impresión que posee secretos que los demás no poseen, e implícitamente nos invita a ser parte del grupo privilegiado que puede oír de su boca lo que nadie más puede revelar. Sin decir nada, literalmente, pide la confianza del que le escucha.